Corazones abiertos en Grecia

Diario de una experiencia

Para poder relatar mi experiencia en Grecia me gustaría poner en situación y contextualizar los hechos que me llevaron a tomar la decisión de ir y lo que no buscaba que finalmente encontré.

Comencé la formación de profesores de Kundalini Yoga en Shunia Sagrada Familia y a poco tiempo de terminar este nivel puedo decir que soy muy feliz por haber decidido hacer la formación: Ya me ha cambiado la vida y solamente estoy en el inicio de un camino.

Mi primer contacto con el Kundalini fue en el 2008 en una escuela de teatro y me acuerdo perfectamente. Recuerdo un mantra que escuché durante ese tiempo que por sorpresa volví a experimentar durante la formación: el mantra Ma, un mantra que invoca a la Madre Tierra para recordarte que siempre estás acogido por la tierra y que no tienes que tener miedo porque ella te protege. Viéndolo con perspectiva quizás era una señal de que a través del Kundalini sentiría tal transformación que me llevaría a reconectar conmigo misma y a retomar mi rumbo, y así ha sido… Así está siendo…

Cuando inicié la formación estaba en un momento de caos en mi vida y necesitaba poner las cosas en orden. La experiencia empezó a ser intensa y poco a poco iba sintiendo muchos cambios: tanto a nivel físico como a nivel emocional. Más respiración, mucha más respiración y mucho agradecimiento. Y entonces fue cuando se acercaba el verano y yo sentí una necesidad inmediata de ayudar a los demás desde el punto donde estaba. Me sentía muy agradecida por los cambios que me estaba trayendo el Kundalini Yoga y quería compartirlos, quería ayudar y si podía hacerlo a través de esta tecnología sagrada, ¡mucho mejor! Pero igualmente no quería apegarme a esa idea.

De repente todo se alineó y no pudo ser más fácil: recordé que tenía una amiga que forma parte de la organización Where is the Life? que se dedica a realizar actividades, talleres, clases, excursiones, educación no formal y acompañamiento a grupos de adolescentes y jóvenes desplazados por conflictos bélicos demandantes de asilo en Grecia; y en ese preciso instante necesitaban voluntarios para esas fechas.

Ya estaba embarcada en el proyecto y no podía ser más feliz. No me hice ninguna expectativa pero sabía y sentía que estaba haciendo lo correcto ya que mi brújula interna estaba perfectamente afinada. Igual que sabía que probablemente esa experiencia iba a ser muy importante y determinante para mí.

Llego a Grecia. Primeras sensaciones de impacto:

Un grupo de adolescentes de diferentes procedencias (Iran, Irack, Kurdistan, Siria –la gran mayoría-) y yo me sumo al grupo con las demás voluntarias.

Al día siguiente íbamos a una granja porque una pareja de locales quería compartir con ellos un día de trabajo en la granja. Era un día de intercambio en que la pareja griega enseñaba los animalitos de la granja, montar un tractor, montar a caballo, entre otras actividades, y luego cocinábamos todos juntos, los chicos se esmeraron particularmente haciendo un estofado riquísimo.

No podía ver más generosidad conjunta y trabajo en equipo por parte de los chicos sin embargo iba escuchando progresivamente durante el día sus historias, situaciones, anécdotas, comentarios… Se iba haciendo tan intenso que al cabo de dos días quería escapar de allí.

La verdad es que no dejaba de preguntarme cómo podían vivir cargando esa realidad. Algunos chicos separados de sus familias que lo han perdido todo, otros que han perdido también familiares y, casi todos, su hogar. Viven una realidad transitoria donde no pueden asentar nada porque están de paso hasta que algún día les acoja algún país (al cual muchas veces no tienen ni ganas de ir). Y mientras tanto no pueden hacer nada…

Me di cuenta que Where is the Life? es una de las organizaciones que actúa en estos ámbitos y que es realmente imprescindible para que estos jóvenes no caigan en otras realidades más conflictivas, se dejen llevar por malas influencias o incluso caigan en adicciones.

Impulsada por esta maravillosa iniciativa me uní con fuerza a la propuesta y seguíamos el curso de las actividades planteadas por el maravilloso grupo de voluntarias. Entonces empecé a plantear la posibilidad de realizar clases de Kundalini con el fin de que tuvieran algún tipo de actividad física que promoviera la conexión con sus cuerpos, aunque de antemano no les causaba ningún tipo de interés, y lo sabíamos, con la ayuda de las demás voluntarias, insistimos en la idea para que nos escucharan. Era una actividad que no entraba en la programación y necesitábamos que se sintieran atraídos para que se apuntaran a ese extra y curiosamente aunque cualquier actividad que les exigiera algún tipo de esfuerzo no les interesaba, finalmente aceptaron.

Aquí fue donde se me abrió el corazón de par en par…

Me di cuenta de que da igual cuánto sepas porque esto es un camino infinito, si no te puedes comunicar desde el corazón y acercarte un poquito al corazón de la otra persona, no funciona.

Me di cuenta de que nuestro Yoga es conciencia y es un despertar de conciencia, es comunicación desde el corazón y por mucho que seas un experto en asanas si no puedes llegar al corazón de las personas jamás podrás generar ni un poquito de cambio… Y eso fue lo primero que experimenté: la fuerza que tiene la comunicación con total honestidad y desde el corazón. Gracias a eso se dió el cambio.

Al realizar la clase fueron muy valientes y pacientes ya que la siguieron entera y pudieron aguantar hasta el final. En otras ocasiones les testé con calentamientos, asanas y estamos hablando de adolescentes con un gran potencial físico pero con muchas carencias y algunos dolores: el umbral de la frustración increíblemente bajo, un tercer chakra muy debilitado, baja autoestima y otras carencias afines.

Intenté realizar una clase que les retara pero lo suficientemente dinámica y entretenida como para que no abandonaran, no se aburrieran y no se vieran incapaces de hacerla. Al final hasta meditamos con el mantra Pavan Gurú con comunicación celestial ¡¡¡porque descubrí que les encanta cantar!!!

Ha sido una experiencia maravillosa que me ha entregado más de lo que he dado y que generó momentos de mucho amor y mucha paz.

Obviamente esta experiencia puntual que tuvieron conmigo no puede implicar un cambio inmediato. Pero ya pudieron tener el primer contacto como yo lo tuve en su día. Y estoy más que convencida de que si se pudieran instaurar clases regulares de Kundalini Yoga tendrán ese espacio transformativo en el que volverán a conectar consigo mismos, se sentirán sostenidos de alguna forma por la tierra y podrán encontrar la fuerza para encajar las circunstancias muy duras que les ha tocado vivir y tomar responsabilidad ante su propia vida y camino.

Esta pequeña experiencia que cuento es para decir que hay mucho por hacer y que tenemos que aportar nuestro granito de arena estemos donde estemos. No importa qué inseguro estés de tu cuerpo y/o capacidades en este momento; yo muchas veces he temido por ser consciente de mis límites físicos. Pero realmente si transmites con intención y desde el corazón ya estás dando muchísimo. La parte más física se va dando poco a poco.

No hace falta que vayas a Grecia, en todas partes, a la vuelta de la esquina hay gente con circunstancias sociales muy duras y seguro que si podemos aportar desde el amor el Kundalini Yoga quizás es un primer paso para que puedan ir reconstruyendo una identidad que quizás ha sido traumáticamente truncada u obstaculizada por circunstancias complejas y dolorosas y podrán de ese modo volver a tomar un rumbo que ha sido interrumpido; así como nosotros en algún momento hemos podido retomar el nuestro.

Yo me llevo mucho más de lo que me podía imaginar de esta experiencia y además la claridad de que mi camino es este, el trabajo hacia colectivos con circunstancias sociales desfavorecidas. Por ahora sigo con la iniciativa de Where is the Life? con la labor que se realiza desde Barcelona para contribuir a que se pueda hacer trabajo de campo y se pueda seguir sosteniendo y espero poder trabajar con más colectivos.

Sería maravilloso que se instauren clases regulares de Yoga con estos chicos en Grecia, mientras vivan allí. Hay mucho por hacer.

Espero que te haya gustado leer mi experiencia y pueda ser de ayuda, no dudes en contactarme si quieres tener información más extendida ya que estaré encantada de compartirla contigo J

Anna Pardos : annapardosbiarnes@gmail.com // 605596737

Where is the Life? http://www.whereisthelife.org/contacto/ : info@whereisthelife.org

“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”

Eduardo Galeano

El sábado 10 de febrero 2018, estamos preparando un evento en Shunia Yoga Sagrada Familia, en el que estás invitado y todos los beneficios irán destinados a Where is the Life? . ¡Te iremos informando!

Con mucho amor.

Sat Nam,

Anna